No es claro que la remuneración asociada a la flexibilidad sea la adecuada

Ante la realidad del cambio climático y sus graves consecuencias, nuestro país ha decidido tomar un compromiso ambicioso pero a la vez responsable: alcanzar la carbono-neutralidad del sector energético al año 2050. Para lograr esta meta “es necesario implementar un conjunto de medidas que nos permitan avanzar hacia un sector seguro, eficiente y sostenible: una mayor integración de energías renovables y de medios energéticos distribuidos, el retiro de las centrales termoeléctricas basadas en carbón, la aplicación de medidas de eficiencia energética, una transición hacia un transporte eficiente y bajo en emisiones, y usos energéticos para el calor y frío a partir de fuentes sostenibles, entre otros”, comentó Francisco Martínez-Conde del Campo, Jefe de la Unidad de Apoyo Regulatorio del Ministerio de Energía.

Este conjunto de medidas implica a su vez importantes desafíos, entre los cuales se encuentra una mayor variabilidad e incertidumbre en el manejo de los sistemas, como también una descentralización y diversificación de los recursos energéticos. Estos desafíos nos permiten comprender que se requiere contar con un sistema eléctrico y una regulación flexibles.

Actualmente no existe un consenso internacional sobre la definición del concepto flexibilidad. En efecto, diversos académicos y organismos internacionales han adoptado su propia definición de este concepto. Sin embargo, dentro de las diversas definiciones es posible percibir ciertos elementos en común. El Ministerio de Energía ha elaborado una definición preliminar del concepto Flexibilidad que se ajusta a los requerimientos de nuestro sistema como la “capacidad de un sistema eléctrico para responder a la variabilidad e incertidumbre de la generación y demanda, de manera segura y económica, en toda escala de tiempo”.

Un elemento positivo es que esta flexibilidad puede ser aportada por diversas alternativas, desde las tecnologías de generación, transmisión, demanda y almacenamiento, como también desde el marco regulatorio a partir del diseño del mercado, de la normativa y de las prácticas operacionales.

Si se analiza la flexibilidad actual del sistema eléctrico chileno considerando distintas métricas, según Martínez-Conde del Campo, es posible identificar que el segmento de generación cuenta con un nivel relevante de flexibilidad proporcionado principalmente por las centrales hidroeléctricas. “No obstante, se debe tomar en consideración que la posibilidad de que estas centrales aporten su flexibilidad al sistema depende de la disponibilidad del recurso hidráulico. Por otro lado, la flexibilidad mirada desde el punto de vista de la demanda, de la integración con otros países o desde las prácticas operacionales del sistema, es un aspecto que no necesariamente se ha desarrollado en nuestro sistema en comparación con la experiencia internacional. En general, más allá de la flexibilidad existente en nuestro sistema, no es claro que la remuneración asociada a su utilización sea la adecuada actualmente”, señaló.

Para comprender entonces las alternativas que tiene nuestro país para desarrollar un sistema flexible surgen un conjunto de interrogantes, como por ejemplo si existen efectos intrahorarios que no están siendo reconocidos por nuestro diseño de mercado, si se requieren medidas y señales que permitan minimizar los requerimientos de flexibilidad en el sistema, si nuestro marco normativo y prácticas operacionales permiten tanto aprovechar la flexibilidad de las instalaciones como también la integración de nuevas alternativas que aporten flexibilidad como el almacenamiento.

Considerando entonces que la flexibilidad no es un desafío que deba abordarse a partir de una medida o tecnología específica, es que desde el Ministerio de Energía se ha propuesto diseñar una Estrategia de Flexibilidad que incorpore no sólo espacios de mejora en el marco regulatorio del mercado eléctrico chileno para el desarrollo de un sistema eléctrico flexible, sino también oportunidades en el diseño de la programación y operación del SEN, que permitan aprovechar de mejor manera la flexibilidad de dichas instalaciones.